Sir Paul McCartney. La redención de la música pasó por Córdoba

Paul McCartney, atravesando el tiempo

Como decimos cuando vamos a la cancha, llegué tempranito para que la fiesta dure más. Fui saltando los charcos de barro que nos había dejado la lluvia durante todo el día.

Ya habían comenzado a formarse las primeras filas para el ingreso a cada uno de los sectores, dependiendo hasta dónde nos había dado la billetera. Había que esperar varias horas todavía a que se abrieran las puertas, de acuerdo con el cronograma que nos había hecho conocer.

Comencé a mirar a mi alrededor y el llamado de Paul McCartney fue respondido por varias generaciones. Puede ver a aquellos que, seguramente, compraban discos de The Beatles porque estaban en pleno auge. Y, estaban también, aquellos que recibieron la herencia, generación tras generación, a través del ADN o mandato parental. Pero, ahí estábamos todos. Convocados por esa leyenda viviente de una banda nacida en los distritos obreros de Liverpool y que trascendió muchas generaciones con su música.

Había cierto silencio en las filas para el ingreso, poco habitual para un recital. Tengo la teoría de que todos estábamos haciendo en nuestra mente, cruces imaginarias de sal para que la luvia, esa que tanto pedimos, nos diera un respiro y podamos disfrutar de Paul McCartney.

¿Quién dijo que los sueños no se hacen realidad?

Fueron varios meses de acumular ansiedades, desde que se anunció que Paul McCartney actuaría en Córdoba. El primer impacto fue “Entradas Agotadas” a los pocos días de ponerse a la venta. Y por esos procedimientos digitales de confirmar los benditos códigos de compras, muchos tickets volvieron a las boleterías. Recesión mata sueños de beatlemanía.

Aunque cueste creerlo, el Estadio Kempes no estaba lleno. Me puse a pensar en los muchos que resignaron la posibilidad de subirse al Got Back Tour 2024 porque su resumen de la tarjeta de crédito tuvo un ataque de realismo.

Aún faltaban varias horas para que el dichoso que compartió vanidades con John Lennon subiera al escenario. Estaba previsto que comenzara a tocar a las 21 horas.

Le tocó la responsabilidad de romper el hielo a Zoe Gotusso, la cantante cordobesa que fue elegida para telonear a Paul ¡Sorpresa! Seguro muchos ya la han escuchado cantar. Para mi alegría, la dulzura de su voz se abrió paso entre un público más preocupado por la cola en los baños químicos que en otra cosa.

Cuando Zoe bajó del escenario fue el momento del DJ Chris Holmes. El tipo tiene una dura misión. Acompaña a Paul en sus giras y su tarea es ir calentando motores para lo que viene después. Por cierto, lo hace de maravillas. Varios temas de Paul y de The Beatles, algo tuneados por la electrónica, acompañados por imágenes hermosamente logradas en las pantallas.

Notita al margen. Se fueron al pasto con los precios. Una lata de cerveza…12 lucas. Paso, me reservé la sed para el retorno a casa.

A estas alturas la ansiedad (y la boca seca) me hacían sentir que iba a estallar. Pero lo que estalló fue el Kempes.

Honor y gloria a la música. Gracias Paul

Con puntualidad británica, a las 9 clavadas, Paul McCartney subió al escenario. Acá es donde empiezan los problemas para el autor de esta nota. Otros, que estarán escribiendo artículos similares, se habrán tomado la molestia de anotar tema por tema. Cada dato y todo lo que debe hacer un buen corresponsal. No fue mi caso. Estaba demasiado ocupado dándole rienda suelta a mis emociones. A ver, gente, al frente tenía a uno de los creadores de The Beatles…

Y si alguien pensó que iba a una suerte de revival de la banda de Liverpool, error. Porque Paul McCartney trasciende a The Beatles. Su carrera solista lleva más años que los que él estuvo en la banda. Pero es un beatle y por eso, el concierto arrancó con Can’t buy my love.

Uno a uno, se fueron sucediendo los éxitos de Paul y de The Beatles. Y antes de que pregunten ¡no! No cantó Yesterday.

Hubo momentos de euforia. Hasta fuegos artificiales para acompañar un tema. Su homenaje a George Harrison, ukelele en mano, fue interpretando Something. Hasta que, desde el Olimpo, donde moran los dioses de la música, descendió al escenario John Lennon para cantar a dúo con Paul.

Fueron dos horas y treinta y cinco minutos ininterrumpidos de Paul McCartney, acompañado por una banda del carajo, donde no paró ni a tomar agua.

Algún registro municipal de Liverpool dice que este tipo tiene 82 años. Teníamos al frente a Highlander, el Último Inmortal y no nos habíamos dado cuenta. Gracias al universo.

Dear Paul. No sabemos si volveremos a verte por estas tierras. Pero eso es hablar del futuro. Anoche…fuimos felices.

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