En un mundo donde el ritmo acelerado parece empujarnos a sobrevivir solo con titulares y videos de 30 segundos, detenernos a pensar en conceptos profundos y estratégicos puede parecer una utopía. Sin embargo, en tiempos de “brain rot” (podredumbre cerebral), como lo denominan algunas tendencias en redes, recuperar claridad sobre lo que hacemos y por qué lo hacemos se vuelve indispensable, sobre todo cuando hablamos de dinero, decisiones y bienestar.
Hace unos días, en una charla con un cliente de Villa Carlos Paz, surgió una idea que vale la pena traer a la mesa: las 3 S como guía para diseñar nuestra relación con las finanzas y la vida. Un marco simple pero potente, que puede ayudarnos a pensar mejor, actuar mejor y, ojalá, sentirnos mejor.
Primera S: Sustentable
¿Tu plan de acción tiene razones firmes detrás? Un proyecto sustentable es aquel que se puede justificar, explicar y sostener con argumentos. No basta con seguir una recomendación viral, ni confiar ciegamente en “lo que funciona para todos”. Lo sustentable implica una búsqueda activa: encontrar las razones que lo hacen válido para vos, retroalimentarlo y transformarlo si es necesario. ¿Estás construyendo desde lo que realmente te moviliza o simplemente siguiendo lo que se supone?
Segunda S: Sostenible
No todo lo que se puede empezar, se puede mantener. Sostenible es aquello que puede extenderse en el tiempo sin agotar los recursos ni generar daño. ¿Cuántas decisiones financieras tomamos solo pensando en el “ahora” y después dejamos que el futuro se encargue del resto? Refinanciaciones eternas, compras impulsivas, modelos de negocio que no se adaptan… Si el hoy rompe el mañana, no es sostenible. Diseñar pensando en el largo plazo no es un lujo: es una necesidad.
Tercera S: Saludable
La salud no es solo ir al gimnasio y comer una ensalada. ¿Dormís bien? ¿Tomás decisiones desde la serenidad o desde la ansiedad? ¿Cuánta salud mental perdemos por no mirar de frente nuestras cuentas? Decidir desde el cuidado integral, sin olvidarnos de la mente y la emoción, es clave. Lo financiero también desgasta, también estresa. Y se puede sanar, a través del conocimiento y la planificación.
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Son una brújula para mirar el presente y proyectar a futuro, con foco, claridad y equilibrio.
¿Cómo podemos aplicarlas esta semana? Una buena idea puede ser elegir un área: ingresos, gastos, deudas, hábitos… y observar si está siendo sustentable, sostenible y saludable. Y si no lo está, empezar a hacer ajustes con intención.
El año no está perdido —como bien se mencionó en la columna radial—. Todavía estamos a tiempo de gestionar lo que queda con más conciencia. Y antes de que el Cyber Monday (o cualquier otra tentación digital) nos gane por cansancio, hagámonos una pregunta simple:
¿Esto que estoy por decidir, realmente sostiene lo que quiero construir hoy y mañana?