A 15 años de su aprobación, la Ley de Educación Sexual Integral despierta polémica entre docentes, alumnos, alumnas, familias y organizaciones. El contrapunto descansa sobre diferentes posturas: el insuficiente cumplimiento de sus premisas por parte de las y los educadores, la deficiente responsabilidad de los gobiernos sobre la temática y los prejuicios culturales que acompañan a un amplio sector de familias en Argentina. Las y los docentes aseguran que a pesar de las presiones, la ESI está presente en las aulas y en la relación escuela-familia.

Recordemos que la norma fue aprobada el 15 de octubre de 2010 y entiende la sexualidad como un grupo amplio de aspectos que supera la mera genitalidad. Su aplicación hace base en el Programa Nacional de Educación Sexual Integral mediante el cual docentes, alumnos y alumnas imparten y aprenden contenidos sobre género y sexualidad de manera objetiva y transversal.

Cecilia Ruiz, psicopedagoga, docente y coordinadora de los IPEM 410 y 350 de Villa Allende, asegura que la ESI si está presente en los ámbitos educativos, dentro de cada espacio curricular y en el vínculo que instituciones y familias construyen para favorecer la experiencia educativa de infancias y adolescentes. “La ESI se trabaja de manera transversal en todos los espacios curriculares, desde nivel inicial hasta el nivel universitario.” afirmó.

Si bien existe un sector social descontento con la aplicación de la ESI por motivos ideológicos o religiosos, Ruiz indica que su aplicación no es opcional para los centros educativos. “Todas las escuelas deben contar con su proyecto de Educación Sexual Integral”, refuerza.

Los centros educativos, además, deben proveer a las y los responsables la información completa sobre lo que es la Educación Sexual Integral ya que tanto madres como padres suelen acudir preocupados por el material al cual sus hijos e hijas acceden. “Cuando a las familias se les explica el espíritu de la ley quedan más tranquilas y satisfechas” explica la docente, además de destacar el papel fundamental del núcleo de crianza en la incorporación de aspectos como la “valoración de la afectividad, el respeto a la diversidad y el cuidado del cuerpo”, entre otros temas referentes a la sexualidad.

En el IPEM del Barrio Las Polinesias de Villa Allende, por ejemplo, la psicopedagoga comenta que la aplicación de la Ley no sólo logró dar respuesta y descanso a muchas cuestiones de género dentro de la institución, si no que también permitió la conformación de una comisión de género que tomó parte en necesidades puntuales de esa comunidad educativa.

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