Las restricciones sanitarias acortaron la oferta de las actividades deportivas y un sector que lo sintió fue el de los natatorios. En la localidad de Villa Allende varios espacios cerraron mientras que otros afrontan grandes dificultades. El problema reside en la baja de los ingresos y en la suba de impuestos e insumos que mes a mes requiere este tipo de lugares.

La cantidad de asistentes a natatorios descendió no sólo por la orden de capacidad reducida, también es una consecuencia de las restricciones horarias. La aplicación de las mismas implicó la cancelación de turnos de natación que para muchas personas eran los únicos momentos posibles para realizar ejercicio.

Ante esta gran baja las y los profesionales de la actividad física elevan la premisa “El deporte es salud” y sostienen la importancia de realizar ejercicio para fortalecer el cuerpo y mejorar la calidad de vida de las personas. La dueña del natatorio Barranquitas y también docente de educación física, Angelina Zapiola, confirmó: “El 80% de las personas que viene a nadar, lo hace por prescripción médica, como trabajo terapéutico o cable a tierra”. Además, aseguró que ese es el motivo por el cual el acatamiento de protocolos en las escuelas de natación es responsable.

La situación para los natatorios empeora cuando sus dueños deben afrontar los gastos que requiere el mantenimiento seguro de la infraestructura y los altos impuestos que les llegan, afirman ellos, de manera injusta. Además, cabe subrayar que este sector laboral sigue estando soslayado de la ayuda de los gobiernos, como evidenció Zapiola; “con nosotros se han lavado las manos”.

Los y las docentes de la actividad física hoy se encuentran a la espera de ver cómo impactarán las nuevas restricciones sobre su campo laboral.

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